martes, 5 de enero de 2010

ENTREVISTA:

Pía Barros. Mujer y Escritora. Por Cristian Rojas.

Hace pocos meses realizó el relanzamiento de su libro de cuentos La Grandmother y otros, pero este es uno más de sus hijos literarios, pues a la fecha ya ha editado más de siete obras, entre las que estan El tono menor del deseo (novela, 1991), A Horcajadas (cuentos, 1990), Los que sobran, (cuentos, 2003) y Llamadas perdidas (Minificciones, 2006), entre otros. Pía Barros es una de las más destacadas escritoras de hoy en día, y Ergo Sum, sus talleres literarios, unos de los más relevantes a la hora de buscar. Se trata de una mujer cpn mil historias para contar, con un trabajo intelectual enorme y con la dispocisión pura, para aportar siempre a la creación y encuentro de nuevos talentos.

1.- ¿ Para qué tipo de personas escribe?
En realidad, yo no pienso mucho en quien lo está recibiendo. Cuando yo corrijo un cuento y pienso en publicar ese cuento, entonces selecciono un tipo de cosa para cierto público, y pienso siempre en mujeres. Pienso, siempre que estoy escribiendo, en cómo cambiar cambiar el modo de ver el mundo, de la mujeres. Con la buena suerte que he tenido, me han leído hombres, pero yo originalmente pienso en mujeres, más que en tipos de personas. Pienso en que todas las mujeres, desde la más analfabeta hasta la más culta debiera cambiar el modo de mirar el mundo.

2.- ¿Cuál es su mensaje a la sociedad y que espera de sus lectores?
Yo no tengo mensajes para la sociedad. Estoy muy vieja, tengo cincuenta y tres y cuando tenía trece años creía que los libros podían cambiar el mundo. Pero creo que al mundo lo cambian otras cosas y creo que los libros te ayudan a entender mejor el mundo. No me creo Dios del Olimpo ni me creo alguien tocado por la varita mágica, por lo tanto creo que es un oficio como todos los demás, y me encantaría tener mensajes, pero lo que tengo son solamente modos de mirar, y claro, quiero que la gente mire en la dirección que yo miro. Y frente a eso, si miraran en mi dirección, claro que podrían haber cambios sociales, pero la sociedad es una palabra tremendamente grande, y yo no escribo para la sociedad; a duras penas para mi y los cuatro ‘pelotas’ que me leen. Y espero de mis lectores que aprendan a mirar en otra dirección. Para mi la literatura tiene que ser otro modo de mirar, el arte en general, debe ser otro modo de mirar, debe ser un modo de mirar creativo y no reproductivo.

3.- ¿Si tuviera que dejar un legado a la sociedad cual sería y por qué?
Tengo dos hijas, creo que es un tremendo legado. A ver… Yo ya pasé por la idea de que te queden tres meses de vida y lo único que pensé en ese momento es que estaba muy agradecida por la vida, y eso que he tenido una vida fácil, pero muy agradecida por la vida que me había tocado vivir, los cambios que no he visto en la sociedad, por las cosas que había experimentado, y lo unico que pensé fue “Ho, que terrible, no he alcanzado hacer el Manual de Talleres Literarios, para disfundirse en las escuelas…” Y es que llevo años haciendo talleres, soy la tallerista más antigua de este país, o por lo menos la más vieja, ya que nunca sistemáticamente he dejado de hacer talleres en treinta y tantos años, para mi eso era muy importante. Pero descubrí que tampoco importaba este libro, por que nadie es imprescindible. O sea, no pienso en los legados ni en cómo te recuerdan, siempre, lo único que pienso es que hice lo que mejor podía y que lo hice lo más honestamente posible. Entonces si tu trabajas con la verdad, y la verdad literaria es una cosa muy extraña, yo creo que haces todo a lo que puedes aspirar.

4.- ¿Cree usted que las personas leen poco a causa de los altos impuestos que tienen los libros?
Yo creo que los impuestos son un problema en los libros, porque cuando calculas que es el veinte porciento de un libro, que es la cuarta parte de su valor el impuesto, es un problema. Pero es un problema además, por que cuando sacas un libro, la imprenta te imprime con un veinte porciento más, el distribuidor un veinte porciento, y el librero otro veinte porciento, así que al final el sesenta porciento del valor de ese libro tu lo estás pagando como impuesto.
Pero ese no es el problema real. Porque muchos libros valen cinco mil pesos, pero tu eliges ir a comprar una pizza en vez de eso. El problema real de la lectura pasa por una sociedad banalizada, donde el conocimiento no tiene valor, y donde los bienes simbólicos como la cultura o el entendimiento del otro, no tiene un valor comercial; donde todo tiene un valor comercial. Entonces, no seamos hipócritas, no es un problema el impuesto del libro, el problema es la voluntad; la voluntad de aprender, la voluntad de sacrificio y la voluntad que significa para cada uno de nosotros, adquirir un bien de consumo o un bien que te dure. Los libros te duran toda la vida, la pizza dura veinte minutos, pero estamos acostumbrados a la satisfacción inmediata. Si fuera un problema de impuestos, la gente compraría menos poleras y más libros, pero la gente quiere la polera de moda y las zapatillas de moda, no quiere el libro. Hay que enseñar a que se quiera el libro, pero eso ya es otra cosa.
5.- Al momento de escribir ¿Busca hacer historia de la sociedad actual o simplemente se deja llevar por la inspiración?

Creo que todo escritor es testigo de su época, aunque sea un lugar común y un cliché muchas veces, por lo tanto yo si intento dar cuenta de la época en que estoy, si intento dar cuenta del horror al que somos capaces de llegar. Y siempre, más que mensaje social o pretenciones de cambiar al otro, lo que quiero es que la gente aprenda a leer en otro sentido y a leer leyéndose.


Yo siempre dije que los libros no me hicieron más culta pero me hicieron mejor persona, te explico por qué: cuando yo era chica, leía Sandocan y no tenía idea de la Malasia, me imaginaba una Malasia llena de mosquitos, y cuando yo llegara a Malasia alguna vez en mi vida, iba a tener un hombre moreno y de ojos verdes, estupendo, y que por supuesto me iba a coger entre sus brazos… Y conocí una Malasia que no existía sino en libros. En este momento puedo agarrar google y sé exáctamente cuantos habitantes tiene Malasia, que tienen el más alto índice de secuestros del mundo y que es un país terrible. Pero pucha, yo conocí otra Malasia a través de Julio Verne.
Cada vez que yo vi y leí un personaje yo fui ese personaje en el libro; fui puta, fui guerrillera, fui monja, fui santa. Y en la medida en que yo podía ser muchas cosas y ser muchos personajes, iba incrementando mi posibilidad como ser humano, de ser muchas personas, y también de entender lo que a otros les ocurría.
Por eso digo, uno no se hace más culto (si confunde cultura con información, que es lo que hace ahora el siglo) pero uno se hace mejor persona. Por que hay muchas personas que te habitan y tú puedes entender a mayor cantidad de personas, y tú sabes lo que te pasa. Sabes que cuando te palpitan las sienes, las manos te sudan, se te seca la lengua, tienes angustia. No tienes que romper una señalética ni pegarle al vecino, por que no sabes lo que te pasa. Yo sé lo que me pasa por que lo leí en los libros o a un personaje le ocurrió y lo que tenía era angustia. Puedo reconocer y reconocerme en el otro.

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